viernes, 10 de julio de 2015

La Ciudad Industrial

La Revolución Industrial transformó la vida de la ciudad e hizo posible una mayor productividad, que determinó sostener concentraciones demográficas cada vez más densas en Europa y posteriormente en otras zonas del mundo. Teniendo un punto de partida en el proceso industrial durante los siglos XVIII y XIX, que requirió la concentración de la mano de obra cerca de las fuentes de energía y transporte.

Las ciudades industriales aparecieron rápidamente en el Reino Unido, noreste de Europa y nordeste de los Estados Unidos. De manera simultánea, las ciudades ya existentes aumentaron su población. En l850, menos del 7 % de la población mundial vivía en centros urbanos de más de cinco mil habitantes. Hacia l950, ya era más del 30%, y en las naciones industrializadas, el doble.
La ciudad industrial trajo consigo la proliferación de viviendas hacinadas para albergar a la multitud de obreros que venían del el campo a la ciudad en busca de trabajo y de mejores niveles de subsistencia.

Surgidas a mitad del siglo XIX, estas ciudades crearon una serie de problemas que, unidos a los que surgieron posteriormente, en especial el crecimiento desmesurado de los núcleos urbanos, han llevado a los arquitectos, urbanistas, planificadores y gobernantes a diseñar ciudades un poco más racionales y humanas.
Es cuando la introducción de nuevos materiales como el cemento, el hierro y el cristal determinaron el nuevo reto constructivo propio de la revolución industrial. Las fábricas, las minas y el ferrocarril, estimularon la formación de nuevos núcleos urbanos que dieron al traste con los conceptos tradicionales del urbanismo. Y la superpoblación de las ciudades industriales, se unió la deficiente planificación constructiva, insuficiencias infraestructurales y una creciente contaminación ambiental.


Los retos para las urbanistas no se hicieron esperar: grandes innovadores se hicieron presentes en las grandes transformaciones de la mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. La gran remodelación de París, por ejemplo, se debe al Barón Georges-Eugéne Haussmann. Este renovador abrió nuevas redes variadas, al crear otra versión del sistema axial barroco. Ordenó la construcción de nuevos edificios públicos, planteó un sistema que iría a garantizar buenas condiciones de habitabilidad para los sectores sociales bajos y creó parques y jardines públicos, cuando esto sólo existía en el hábitat privado de los nobles.



Los problemas de la ciudad industrial como la contaminación y la aglomeración, produjeron tempranamente la revolución en la planeación con Le Corbusier, quien ideó la "ciudad verde" con espacios abiertos, las "unidades de habitación", los espacios habitables organizados, las edificaciones de carácter vertical, íntimamente ligadas al espacio circundante; separación de las vías peatonales de las automovilísticas y le dio a cada sector urbano su propia función. De ahí provienen el funcionalismo y el racionalismo en materia de planificación urbana.


Pero en Latinoamérica los fenómenos de la industrialización ligados al urbanismo, han sido mucho más abruptos que en otros lugares del mundo. Estuvieron ligados al nacionalismo y al populismo, al modelo de industrialización para la sustitución de las importaciones, a las violencias y a la migración campo-ciudad. Con todo ello, surgieron los barrios industriales, generalmente de manera lineal a lo largo de las grandes arterias; así aparecieron los suburbios, los tugurios, los conventillos, las vecindades y las favelas. Y con ellos sobreviene el desarraigo de los nuevos habitantes de la ciudad.

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